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¿Cómo enfrentarse al cambio en el entorno pyme?

Tabla de contenidos
Transformación digital, innovación, tecnologías emergentes, nuevas normativas o, el abordaje permanente de mejoras en productos y servicios son algunas de las realidades a las que se enfrenta a diario el ecosistema empresarial. Un ecosistema en el que la eficiencia y el mantenimiento de los niveles de competitividad óptimos deben marcar la pauta.

Estamos ante un nuevo paradigma en el que la transparencia, la inmediatez o la omnicanalidad definen el modelo de relación que mantienen las marcas con sus clientes, con sus proveedores, con sus empleados, en general, con todos los actores que intervienen en la cadena de valor.

Ahora bien, la pregunta clave es si realmente las pequeñas y medianas empresas están preparadas para hacer frente a esta nueva forma de hacer negocios. Una manera que introduce cambios permanentemente y que insta a las pymes a dejar atrás las rutinas y los hábitos convencionales para buscar nuevas fórmulas de diferenciación.

En el enfrentamiento a los cambios estas empresas encuentran varios retos. Los más importantes: el conocimiento y la necesidad de introducir nuevas habilidades -especialmente las que tienen que ver con el entorno digital-, la flexibilidad para responder ágilmente a los cambios y la implementación de una tecnología que impulse esa elasticidad que demanda el mercado. Una tecnología fácil de utilizar, funcional y asequible.

Las pymes son conscientes de que, además de los cambios a los que se enfrentan en estos momentos, la realidad que viene traerá consigo nuevos cambios que pueden ser, incluso, más disruptivos que estos a los que ahora mismo están haciendo frente. La evolución del mercado y también de los productos y servicios, y del comportamiento de los consumidores y de la propia cultura corporativa de las empresas hace necesario un planteamiento mucho más versátil para seguir siendo competitivo.

Colaboración, dinamismo y resiliencia, tres claves que enfrentar los cambios
en el ecosistema pyme. Share on X

El colaboracionismo, el intercambio de información o la implementación de nuevas fórmulas de gestión son algunas de las medidas que prueban las pymes para asumir esa transformación cultural, funcional y operativa que necesitan para salir airosas en este contexto de cambio.

Entonces, más allá de tecnología, de talento o de nuevos modelos de negocio se me ocurren tres aspectos que considero relevantes a la hora de impulsar el desarrollo de pymes que vean los cambios como algo inherente a la propia naturaleza de la empresa. Para que puedan, no solo enfrentarlos sin estrés, sino impulsarlos y propiciarlos para generar nuevas y mejores oportunidades de negocio.

Colaboración

Es una de las palabras clave en todo lo que tiene que ver con el desarrollo de nuevas fórmulas de trabajo que ayuden a aprovechar el potencial que ofrece tanto cambio. Colaboración dentro de la empresa, es decir, entre departamentos, entre compañeros, colaboración para trasladar conocimientos, para intercambiar información; colaboración para tomar decisiones más y mejor informadas. Pero, también, colaboración con terceros. Por ejemplo, colaboración con proveedores para facilitar nuevas vías de financiación, para mejorar las condiciones que definen la relación entre proveedor y empresa o para disponer de todos los datos necesarios para establecer relaciones más duraderas, eficientes y rentables. En este sentido, es importante establecer objetivos claros, generar una mayor integración e implantar las medidas -también tecnológicas- necesarias para llevarlo a la práctica.

Actitud

Pensar en el status quo actual como algo que perdurará en el tiempo es un gravísimo error. Pensar que introducir pequeños ajustes será suficiente para transitar con éxito en un entorno dominado por los cambios, también conducirá, tarde o temprano, al fracaso. Frente a este comportamiento conservador propongo la implementación de una actitud más dinámica que mire los cambios como nuevos escenarios repletos de oportunidades. Por lo tanto, dejar de ser conservacionista y pasar a ser impulsor, es un cambio de actitud que generará nuevos movimientos alrededor de los cambios y, sobre todo, que pondrá a la organización en disposición positiva para enfrentarse a ellos.

Resiliencia

Por mucho que destaquemos las ventajas de los cambios, está claro que siempre encontraremos gente dentro de la organización e, incluso, empresas enteras en las que su concepción del cambio no sea positiva; que genere miedo, recelos, inseguridades y, que, como consecuencia, experimenten una resistencia, más o menos fuerte. Eso sabemos que pasa. Por lo tanto, podemos preparar con antelación la estrategia adecuada para enfrentar y/o neutralizar esa resistencia al cambio, ya sea personal o corporativa. La rigidez, más en los tiempos que corren, es un inconveniente. Y, aunque vivir en una zona de confort te proporciona ciertos niveles de “seguridad” lo cierto es que acaba siendo limitante. Por lo tanto, la recomendación es que, cada vez que se ponga en marcha una iniciativa de cambio se comunique de manera clara y concisa en qué consiste, qué implica y qué ventajas aportará. Y, a partir de aquí, proporcionar el apoyo que sea necesario para que aquellos que “sufren” con la sensación de vértigo que provocan los cambios vayan integrándose en las nuevas dinámicas, suprimiendo la resistencia por la resiliencia.

 

 

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