Errores más frecuentes en la elección de un ERP entre las Pymes

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Los errores en la elección de un ERP

Recientemente publicábamos un post en el que hablábamos de los criterios recomendados para acertar en la elección de una solución ERP efectiva y eficiente. Ahora nos parece interesante destacar algunos de los errores más habituales en los que se puede incurrir a la hora de implantar un ERP o sistema de gestión empresarial.

Los ERPs, bien entendidos, bien implantados y bien utilizados, se convierten en el corazón de cualquier organización. En ellos se almacena, se estructura, se comparte y se analiza, información crítica para la buena marcha del negocio. Sin embargo, en los procesos de selección e implantación todavía se cometen algunos errores, digamos elementales, que pueden comprometer el proyecto y, teniendo en cuenta las contenciones presupuestarias propias de una pyme, incluso la supervivencia de la propia empresa.

El árbol que no deja ver la luz

Existen diferentes razones por las que una organización puede considerar que se pueden cometer errores estratégicos a la hora de la implantación de un sistema de gestión empresarial. Consideramos que algunas razones pueden ser un rendimiento financiero insuficiente, pasando por una implantación interminable, una falta de empatía por parte de los usuarios, una excesiva complejidad del producto seleccionado, o sencillamente, la falta de entendimiento entre usuarios y proveedores.

Uno de los errores más comunes que hemos detectado, estriba en tener más en cuenta la perspectiva económica de la solución que su concepción funcional, su aportación a la productividad empresarial o su capacidad para devolver un retorno de la inversión rápido y seguro.

Sin embargo, un sistema de gestión empresarial aporta a las pymes mucho más incluso de lo que imaginan.

Los beneficios de una solución ERP van desde la disponibilidad de un único sistema para manejar la información derivada de los diferentes procesos de negocio que conforman la operativa diaria de la empresa, sin errores y en tiempo real, hasta la optimización de los costes de gestión, pasando por el incremento de la capacidad para fidelizar clientes, la contribución al impulso de la rentabilidad empresarial o la mejor disposición para tomar decisiones empresariales con garantías.

Paso lento pero seguro

En otras ocasiones, los responsables de modernizar áreas estratégicas de la empresa, como pueden ser finanzas, tesorería, comercial o almacén incurren en otro error grave, derivado del anterior. Dejarse “seducir” por la propuesta teóricamente más barata puede implicar de forma inherente un desinterés manifiesto por la información que genera y almacena el sistema de gestión empresarial.

Esta información, entendida con el valor propio del dato crítico, permitiría a las organizaciones tomar decisiones estratégicas relacionadas con inversiones, formas y medios de pago, control de proveedores, gestión de impagados, optimización de almacén, nuevas estrategias y fórmulas comerciales, etc.

Un aspecto importante a tener en cuenta es que, desde nuestro punto de vista, hay que considerar la tecnología, y en concreto las herramientas ERP, como parte de la estructura productiva de la empresa.

Esto implica que para mejorar nuestra productividad es necesario que invirtamos en las mejores herramientas posibles, las que nos van a hacer más eficaces. Para ello hay que tener en consideración dos puntos fundamentales: por un lado, en cómo nos van a beneficiar estas herramientas a nuestra operativa diaria y por el otro como es la información que nos va a proporcionar para la toma de decisiones.

Ante esta posición, nuestra recomendación es clara, apostar por un análisis sensato e inteligente de las necesidades reales de la empresa. Una solución de gestión empresarial, generalmente consigue ofrecer una cobertura prácticamente al 100% de los requerimientos de una pyme, adecuándose a sus protocolos internos.

Por lo tanto, el secreto está en implantar la solución que mejor responda a las necesidades reales de hoy y que sea capaz de adaptarse, incorporando nuevos aplicativos, a los requerimientos futuros de la compañía.

Empezar poco a poco, es bueno y, recomendable. Pero automatizar sólo lo “justo” implica perder oportunidades para mejorar la productividad de la empresa y provoca una sensación de desánimo entre los usuarios que ven insuficiente y, muchas veces innecesario, un cambio en los procesos de trabajo que no cubren las expectativas creadas.

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