Los activos fijos
“La información es poder. Eso no es nada nuevo. Pero lo que sí que es más importante es detectar todas las fuentes de información posibles. Cuántas más, mejor”
Los activos fijos que forman parte de la masa patrimonial de una empresa, esos bienes que no pueden convertirse en líquidos a corto plazo pero que normalmente son necesarios para el funcionamiento, digamos “normal” de la empresa, arrojan una información muy valiosa sobre el estado general de la misma.
Su gestión óptima permitirá, no sólo cumplir con los requerimientos legales, sino obtener una información muy provechosa sobre la rentabilidad de las inversiones para facilitar la toma de decisiones, sobre todo cuando se hace por centros de coste.
En términos generales, los activos fijos tienen una vida útil determinada y a lo largo de su “recorrido” en la organización, el uso que se haga de ellos, el tiempo que transcurra desde su adquisición o por ejemplo la obsolescencia tecnológica que puedan sufrir, marcarán sustancialmente, el modo en el que los responsables de dicha organización realizarán las amortizaciones pertinentes. O, al menos, así debería ser.
La gestión de ese conjunto de bienes de naturaleza real o financiera cuya permanencia en el seno de la empresa va más allá del ejercicio económico, constituyendo sus inversiones permanentes, presenta una importante capacidad para ofrecer información de valor a los gerentes.
Sin embargo, no siempre se aprovecha ese potencial y, en demasiadas ocasiones, las empresas se quedan en lo superficial, haciendo amortizaciones, digamos, lineales (aplicando el mismo porcentaje durante el período estipulado) que presentan al cierre del ejercicio fiscal.
Dos errores estratégicos que, primero, eliminarán la posibilidad de “ajustar” la amortización a los intereses fiscales y patrimoniales de la empresa y, segundo, anularán cualquier posibilidad de abordar a tiempo, una posible situación de crisis o de crecimiento, pues no se dispondrá de una imagen real de la organización.
Dos consejos a tener muy en cuenta
Uno
Hay que evitar la simplicidad y centrarse en cubrir las necesidades de la empresa, buscando las amortizaciones más interesantes según las circunstancias de cada empresa y siempre en consonancia con la legislación vigente.
Dos
Si la empresa dispone de maquinaria, equipos informáticos, o cualquier otro recurso necesario para el desarrollo de su proceso productivo y espera a realizar la amortización anual correspondiente, los datos que obtendrá en el transcurso del año no se ajustarán a la realidad y, por lo tanto, su imagen financiera estará distorsionada.
Dado que la amortización es un gasto, lo recomendable es impulsar una gestión avanzada de manera que permita efectuar las amortizaciones en cualquier momento y repercutirlas en la contabilidad, cuando se quiera y no sólo a final de año en las Cuentas Anuales.
Si por caso, en una empresa se extraen los balances de Pérdidas y Ganancias de manera mensual, lo lógico es que las amortizaciones también se hagan con la misma cadencia y que se reflejen en cada Balance para que, no se produzca ningún desfase.
Algunas empresas aún confían en poder gestionar sus activos fijos, bien a través de las convencionales hojas de cálculo o en el mejor de los casos, utilizando programas de gestión muy sencillos. Este es otro gran error, pues con estas herramientas se pueden realizar amortizaciones “sencillas” pero no es posible abordar una gestión óptima de los inmovilizados.
Amortizar no es lo mismo que Gestionar. Además, el excesivo tiempo y el amplio margen de error que presentan las hojas de cálculo, son algunos otros inconvenientes, desde mi punto de vista, insalvables.