Tecnología en femenino… Y educación, y sanidad, y comunicación, y…

Mañana 08 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer y, aunque tenía otro post planificado para hoy, no me he podido resistir a conmemorar el papel de las mujeres en la historia, también en el mundo de la tecnología, y a reivindicar, de alguna manera, la necesidad de impulsar las medidas de igualdad pertinentes para que hombres y mujeres convivan, trabajen o innoven en las mismas condiciones.

Llegará un día en que todas estas reivindicaciones serán historia y que nuestros hijos, o quizá, los hijos de nuestros hijos, tendrán claro que hombres y mujeres deben actuar, y vivir y trabajar en igualdad de condiciones. Pero, por el momento, la sociedad sigue condicionada por una serie de estereotipos y una falta de visibilidad de los logros alcanzados por las féminas -que son muchos y muy relevantes, dicho sea de paso- que sigue siendo necesario que, al menos, un día al año, las mujeres sigamos gritando un poco más alto que los hombres, para reivindicar nuestro papel en la sociedad.

No me quiero desviar mucho de la esencia de este Universo ERP por lo que, circunscribo mi reivindicación al entorno de la tecnología. Lo hemos oído y leído muchas veces: “cuesta alcanzar la paridad en empresas tecnológicas, especialmente en puestos más técnicos, fundamentalmente porque no se encuentran perfiles femeninos de este calibre”. Es así de sencillo. Y, a la vez, así de triste porque de alguna manera vemos que las diferencias se establecen desde las escuelas, universidades y centros de formación profesional, cuando las chicas optan por estudios más vinculados a las humanidades o a la salud y los chicos a la ciencia y la tecnología.

Hay que dar visibilidad a la tecnología en femenino, 
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Según el estudio publicado por la Universidad Camilo José Cela en noviembre del año pasado, solo un 4,2% de las chicas españolas de 15 años piensa en cursar una carrera de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas. Mientras que el 12,10% de sus compañeros masculinos, piensa precisamente en iniciar estos estudios.

Por lo tanto, creo que lo primero que hay que hacer es generar la confianza necesaria en el ecosistema femenino para alentar a las chicas a que también apunten a la formación tecnológica para construir su futuro profesional. Habrá que garantizar, entonces, que el acceso a puestos relacionados con este entorno es también apto para ellas. Quiero decir que, habrá que eliminar las barreras no solo de acceso, también las que tienen que ver con las remuneraciones injustas en las que, por el mismo trabajo una mujer cobra menos que un hombre, simplemente por el hecho de ser mujer y, también habrá que eliminar los famosos techos de cristal, e incentivar la conciliación y, buscar opciones para que las mujeres puedan ser trabajadoras y madres, y mujeres, claro.

¡Ojo! Los hombres también. Cuando hablo de medidas de conciliación y de paridad me refiero a que todo debe funcionar igual tanto para unos, como para otras. No me gusta tener la sensación de que hay puestos “reservados” para una mujer por el hecho de serlo y no por sus habilidades, su formación o su experiencia. Eso es discriminación positiva y, lo que se consigue es precisamente lo contrario. Si un hombre está más preparado para un trabajo, es justo que lo consiga. Pero si la mejor preparada es una mujer, también es justo que ella lo consiga y que reciba el mismo salario por él.

Hace un par de meses, leí un artículo en el Mundo titulado “por qué no ha llegado (aún) ninguna mujer gurú a Silicon Valley” y me gustó mucho porque su autora, Teresa Guerrero, ponía una serie de ejemplos de mujeres que fueron precursoras en el mundo de la tecnología y de las que, desafortunadamente, nadie se acuerda. Hablaba de Ángela Ruíz Robles una profesora que ejercía de maestra en un pueblo de León en 1949 y que patentó la primera propuesta de enciclopedia electrónica portátil para que los niños no cargaran con el peso de los libros. Sí, fue la precursora del e-book.

Como ella, otras tantas: Ada Lovelace, primera programadora de ordenadores del mundo, la actriz Hedy Lamarr, responsable de la tecnología sobre la que luego se desarrolló el wifi o Margaret Hamilton que ideó el software que permitió a la NASA llegar a la luna. A pesar de sus contribuciones relevantes al mundo de la tecnología, los nombres que han pasado a la historia son los de Bill Gates, Steve Jobs o Jeff Brezos, entre otros muchos.

Por lo tanto, hay que dar visibilidad y poner en valor a estas mujeres como referentes -que deben ser- en el mundo de la tecnología. Y, también, me parece interesante, despojar del género a la tecnología, así como a tantas otras disciplinas tan recomendables, tanto para hombres como para mujeres o, mejor dicho, tanto para niños como para niñas. Lo hemos dicho en muchas ocasiones: un elevadísimo porcentaje de niños y niñas que ahora estudian primaria, trabajarán en puestos que aún no existen. Blockchain, Inteligencia Artificial, Internet of Think o Analítica de Datos demandará perfiles profesionales concretos en los que, ojalá el género no sea un criterio condicionante.

 

 

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