Reajustar sus estructuras, ser más selectivas con la tecnología, mantener el control o impulsar el aprendizaje continuo, son solo algunas de las propuestas de Datisa para animar a las pymes a operar en tiempos de crisis, pero también, para aprovechar las oportunidades que plantee el nuevo mercado. Las pequeñas y medianas empresas deberán, en su mayoría, hacer las cosas de manera diferente a como las hacían hasta el momento.
Lo único que parece estar claro es que el mundo ha cambiado. La disrupción que ha supuesto la COVID-19 ha obligado a las pymes a repensar no solo sus modelos de negocio actuales. Les ha obligado también, a buscar nuevas fórmulas que les permitan identificar y aprovechar las oportunidades de recuperación y crecimiento a medio-largo plazo.
Datisa ha identificado 10 puntos clave que serán estratégicos para que las pymes operen después del cambio que ha supuesto la COVID-19. Una manera de operar que deberá ser muy diferente a cómo se ha entendido hasta la fecha.
- Toma de decisiones rápida. Las pymes están envueltas aún en la gestión de la crisis para tratar de superar las pérdidas y navegar por los cambios que han tenido que implementar casi sobre la marcha. Sin embargo, esto será ya una constante, al menos, durante un período de tiempo bastante largo. Por lo tanto, tener la habilidad para tomar decisiones rápidamente y ejecutar las acciones también a gran velocidad, será determinante. En algunos sectores hablamos de aprovechar las oportunidades que plantea el incremento de la demanda. Pero, para otros, el desafío pasará por superar las pérdidas y afrontar la incertidumbre de un futuro impredecible.
- Teletrabajo. La implementación del trabajo en remoto ha obligado a adaptar procesos, y con ellos las personas también han tenido que interiorizar cambios, lo que ha obligado a adaptar la tecnología a estos cambios. En el futuro parece que las pymes serán más flexibles respecto al trabajo en remoto, de lo que fueron hasta 2019. Esta flexibilidad deberá combinarse con un mayor control y refuerzo de los sistemas informáticos, amén de la seguridad y protección de datos.
- Aprovechamiento selectivo de la tecnología. Las crisis obligan a ser extremadamente selectivos con la tecnología. Tras la COVID-19, las pymes deberán invertir su dinero de manera selectiva e inteligente. Para ello, deberán identificar sus puntos críticos y seleccionar la tecnología adecuada para invertir en ellos.
- Mantener el control. Para las pymes será importante mantener el control sobre la transformación de sus negocios, de cualquier iniciativa o proyecto. Será un control económico para que no se disparen los costes. Pero también implicará un mayor y mejor control sobre el aprendizaje, la gestión y el desarrollo del talento. Habrá que aprender a trabajar en un entorno diferente, por lo que la formación y el aprendizaje será fundamental para la recuperación.
- Gestión eficiente de los procesos empresariales. Para muchas pymes, la COVID-19 ha implicado cambios disruptivos en su modelo de negocio. Desde el trabajo en remoto, la caída o incremento de la demanda hasta los cambios en las necesidades de los clientes, la tecnología deberá ayudar a mejorar todos los procesos de negocio. Ya sean operativos o estratégicos, la tecnología deberá ayudar a identificar problemas y oportunidades y ayudar a las pymes a mejorar los procesos para impulsar la recuperación.
- Mucha más flexibilidad. Es algo que hemos aprendido en 2020. La COVID-19 ha hecho que las organizaciones se hayan tenido que adaptar, de verdad, a su nueva situación. Y esta capacidad de adaptación y flexibilidad -real- será crítica para la recuperación durante los próximos meses.
- Minimización de los riesgos. La gestión del riesgo es esencial para que las pymes puedan decidir hacia dónde dirigirse en el medio y largo plazo. También para determinar sus movimientos a futuro, en particular, en lo que tiene que ver con la transformación digital y los cambios que afectan a la gente, a los procesos y a la tecnología. Antes de 2020 el foco estaba en la estandarización de los procesos. Ahora, las pymes ponen el foco en la flexibilidad y en su capacidad de anticipación y adaptación a los cambios que vendrán a partir de 2020.
- Estrategias de transformación efectivas. De momento, muchas pymes siguen centradas en la gestión de la crisis, en superar las caídas de sus ventas o en cómo gestionar sus equipos (la vuelta a la oficina, la forma de actuar si un empleado enferma, etc.) Podemos decir que muchas pymes están todavía en “modo supervivencia” que les aleja de la foto global que deberían tener sobre su negocio. Por eso es importante tener una estrategia global que dibuje una hoja de ruta para desenvolverse a largo plazo. Algunas pymes serán más oportunistas en su estrategia de transformación, mientras que otras seguirán siendo más reactivas y cambiarán solo cuando no tengan más remedio. En todo caso, lo imprescindible será la definición de unos objetivos claros. Y, a partir de ahí, todo lo demás.
- Gestión del capital humano. Se trabajará en dos niveles. Primero, a corto plazo, habrá que estar atentos a las necesidades de los empleados, tanto en el plano personal como en el profesional. Y, en este sentido, poner a su disposición todas las herramientas de apoyo necesarias. Por supuesto, las tecnológicas. Y, a largo plazo, habrá que analizar aspectos como los tiempos de respuesta, la calidad del trabajo, la productividad o la continuidad, y, en función de los resultados, tomar decisiones inteligentes.
- Gestión del cambio. La gestión del cambio será mucho más importante que nunca para identificar qué se necesita para sobrevivir o reaccionar, cómo navegar en la tormenta o cómo buscar nuevas oportunidades para la recuperación y el crecimiento. La gente, los procesos, el negocio, la tecnología, todo va a cambiar. Por eso, la gestión del cambio será uno de los aspectos sobre los que más deberán trabajar las pymes.