Muchas técnicas de gestión empresarial estaban fuera del alcance de las pymes porque desbordaban el tiempo y los conocimientos de que disponían. Ahora hay muchos más instrumentos a su alcance para controlar el negocio y planificar las mejores decisiones de forma cómoda, rápida y sencilla. O sea, para aplicar una gestión inteligente.
No me entretendré en contar que las pymes conforman la gran parte del tejido empresarial en nuestro país, son las que generan más empleos y las que, de una forma u otra, apuntalan el crecimiento de nuestra economía. Bueno, no quería decirlo, pero ya lo he hecho. A pesar de ser el tipo de organización más numeroso en el panorama de empresas de nuestro país, lo cierto es que han ido – o eso se pensaba- un poco a remolque de las grandes cuentas en algunos aspectos relacionados, sobre todo, con su gestión.
Hay que señalar que, por regla general, los emprendedores -hasta hace no mucho- eran personas con una buena idea, el entusiasmo necesario para dedicar muchas horas a sacar adelante su proyecto y, muy orientados -quizá demasiado- al trabajo comercial. El paso del tiempo, la evolución que ha experimentado la sociedad -sí, venga, lo voy a decir una vez más- la transformación digital que, de un modo u otro a todos nos afecta, la llegada al mercado laboral de nuevas generaciones de talento absolutamente familiarizadas con la tecnología, etc. ha hecho que muchas pymes se replanteen no solo su negocio, sino la forma en la que gestionan el mismo.
Hay -a mi juicio- algunas claves que evidencian que las pymes hoy practican ya una gestión inteligente de sus procesos, de sus personas y, en general, de sus entornos. Y, las que aún no han dado el paso definitivo, ya calibran el mejor modo de enfrentarse a los cambios que impone el contexto social, económico y tecnológico en el que nos movemos.
Innovación
Hasta hace unos años, la innovación era un aspecto reservado únicamente a empresas que desarrollaban su actividad en sectores como la sanidad, la tecnología, la automoción o la industria. Me refiero a que, se hablaba de empresas innovadoras cuando nos referíamos a aquellas que habían conseguido desarrollar productos revolucionarios, o utilizar materiales innovadores para lanzar al mercado productos inimaginables.
Hoy, cuando hablamos de empresas innovadoras, damos un paso más y nos referimos a aquellas organizaciones que han trasladado el concepto de innovación incluso a sus técnicas de gestión colocándola como un pilar estratégico sobre el que apuntalar la supervivencia de su negocio en un entorno globalizado como el actual. Desde luego, se sigue buscando la innovación en los productos y/o servicios, pero ahora también se busca la diferenciación en los modelos de gestión, conscientes como son de que, en plena era digital, las personas siguen siendo su principal valor.
Por lo tanto, las pymes de hoy buscan más la utilización de técnicas de gestión inteligente que proporcionen mejores productos y servicios y que garanticen la atención excelente de cara al cliente, pero también, apuestan por un management orientado a satisfacer los requerimientos profesionales de unos empleados que buscan la eficiencia, la inmediatez, la transparencia, el intercambio fluido de datos, la agilidad y la sencillez en el acceso a la información, …
De acuerdo con el Manual de Oslo, innovar es introducir un nuevo producto o mejorar significativamente un producto o servicio ya existente. Pero también es introducir un nuevo proceso, un nuevo modelo de comercialización -marketing- o un nuevo método organizativo, nuevas prácticas de negocio en la empresa, en la organización, en el lugar de trabajo o en las relaciones externas. Y yo, desde luego, no puedo estar más de acuerdo con esto.
Tecnología
Sí. Es inevitable hacer referencia al impulso que la tecnología ha dado a las nuevas formas de gestión. Hoy, las pymes tienen acceso y, de hecho, acceden, con más facilidad y menos costes a herramientas tecnológicas que les permiten hacer mejor su trabajo. También aplicativos tecnológicos que les abren las puertas a nuevas formas de trabajar.
Tecnologías como el Cloud Computing, y nuevos modelos de explotación comercial que representaron -en su momento, hace apenas un lustro- una forma innovadora de acceder a la tecnología, les han permitido cambiar el foco y pasar de preocuparse por la tecnología y su implementación a poner el énfasis en los beneficios que pueden con su aplicación. ¿Cómo explotar al máximo su potencial? ¿Cómo mejorar la eficiencia de los procesos? ¿Cómo mejorar la productividad? ¿Cómo hacer que todo resulte más sencillo?
La tecnología ahora no es la protagonista. Hace unos años sí, porque no todas las empresas tenían fácil eso de utilizar, por ejemplo, un ERP para automatizar su sistema financiero, o su contabilidad, o su aparato comercial. Ahora, la tecnología es la herramienta, el vehículo con el que conseguir que la información se comparta y fluya, con el que realizar estimaciones sobre determinados aspectos relevantes de la organización, con el que poder adelantarse o, analizar a posteriori, por qué sucedieron las cosas y evitar que se repitan situaciones de riesgo.
Hoy, la tecnología, a la que tienen acceso la inmensa mayoría de las pymes, está ayudando a que estas empresas transformen la lógica de su negocio. Está impulsando una transformación digital que impacta sobre todas las áreas de la empresa y, sobre todo, impacta sobre las personas que la conforman. Y, la tecnología hoy, además de digitalizar a las empresas, las humaniza, porque pone en valor la importancia del dato sí, pero también la necesidad de analizar e INTERPRETAR ese dato. Porque pone en comunicación a personas que ni se conocen, aunque trabajen en la misma empresa -pueden estar haciéndolo a miles de kilómetros y participar en un proyecto en común-. Y, en definitiva, porque Business Inteligence, Big Data, IoT, Smart Cities, o cualquier otra cosa que se te ocurra, son tecnologías orientadas a mejorar la vida de las PERSONAS.
Personas
Podemos hablar -o escribir- todo lo que se nos ocurra sobre digitalización, globalización, economías de escala, etc. pero lo que está claro es que, para enfrentarse a este escenario, las pymes deben gestionar muy bien sus recursos, y establecer estrategias adecuadas a las nuevas reglas de juego. Parece que la especialización -según dicen los expertos- deberá formar parte de esa estrategia.
Ahora bien, para que la diferenciación que se busca al amparo de la especialización que decimos, sea eficiente y real, se deberá acometer un severo plan de formación orientado a dotar de las capacidades, habilidades, conocimientos y competencias necesarias a las personas que conforman la organización. Si la formación es personalizada y adaptada al individuo, mejor. Ya no vale la dirección de un gerente al que -como decíamos al principio- le bastaba una buena idea y mucho trabajo- ahora se buscan líderes que gestionen equipos multidisciplinares.
Las pymes se gestionan no solo en términos administrativos, es decir, planificando, controlando, organizando, cumpliendo con los requerimientos establecidos, también por la Administración, … sino en términos de liderazgo y motivación. Hoy, la gestión de las pymes es una gestión más colaborativa que fomenta la cooperación interpersonal e interdepartamental, pero también de cara al exterior, con partners, con proveedores, con clientes. Hoy, en definitiva, las pymes practican una gestión inteligente de sus negocios que les permitirá no solo sobrevivir sino mejorar su posicionamiento en un entorno de continuos cambios como los que vivimos actualmente y los que seguro, viviremos en el futuro, porque la empresa es un ser que evoluciona con el tiempo y no puede ni debe permanecer ajena a los cambios.