“La psicología positiva empieza a imponerse en recursos humanos. Y en gestión, las pymes también apuestan por ver el vaso medio lleno. Eso sí, con los pies en la tierra”
Pensar en positivo, ayuda a sentirse mejor. Y es cierto que últimamente se respira un ambiente de optimismo que, la verdad, ayuda no sólo a auto-motivarse, sino a estimular a compañeros, partners, clientes, e incluso a mirar con mejores ojos, el trabajo de la competencia. En el entorno de las pymes, muy poco dado a “lanzar las campanas al vuelo”, también se observa un sentimiento, más que de entusiasmo, diría yo que de alivio, pues parece que vienen tiempos mejores.
Todos tenemos ganas de dejar atrás estos años en los que todos los indicadores macro-económicos hacían prever lo peor. Esta travesía por el desierto ha sido particularmente dura para las pequeñas y medianas empresas que, afortunadamente hoy, empiezan a “lamerse las heridas”, arrojando cifras de facturación, sensiblemente superiores a las de ejercicios anteriores.
Sin embargo, en el entorno de las pymes, sólo se permite hablar de optimismo, cuando se constata, con datos oficiales que aumenta el consumo interno, que se crea nuevo empleo y que el Ejecutivo propone y dispone reformas estructurales, como la reforma fiscal que acaba de entrar en vigor el pasado 1 de enero, que mejoran, objetivamente hablando, la situación económica, individual y colectiva.
De esta reforma tributaria, propuesta por el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se esperan grandes cosas. No sólo serán los trabajadores asalariados y autónomos los que verán incrementar su salario neto gracias a la disminución de las retenciones en el IRPF, sino que esta reforma pretende además mejorar la competitividad de las empresas -incluidas las pequeñas y las medianas-, gracias a las rebajas en el Impuesto de Sociedades. Con ello, España podrá pensar más en positivo, es decir, en impulsar el crecimiento, y, sobretodo, en crear empleo de manera sostenida. Sobre la Reforma Fiscal te recomiendo que leas este artículo publicado recientemente en El Mundo.
Y en 2015, las pymes qué?
Muchas veces hemos dicho, que estas empresas, las pymes, las que representan más del 95% del tejido empresarial español, las que en definitiva “tiran del carro”, son, por el contrario, las que menos ayudas reciben (porque son las que más riesgos representan) y a las que constantemente se les exige, cambios, mejoras, profesionalización, inversión, resultados,…
Antonio Garamendi, presidente de Cepyme, se ha contagiado de este espíritu optimista que comentaba al principio de este post, pero condiciona la mejora y el crecimiento de las pymes a su capacidad para perseverar en sus cambios internos. En esos cambios, dice, que han tenido que introducir en su actividad para poder aprovechar de la mejor manera posible, esta nueva fase del ciclo económico y, también para poder ganar cuotas de mercado.
Es verdad que, no sólo las pequeñas y las medianas empresas deben perseverar en esa actitud de cambio. En realidad, hay que insistir en que las reglas del juego han cambiado para todos y que, por lo tanto, todos debemos adaptarnos a la nueva situación que se deriva de estos años de “penuria”. Pero me gusta y agradezco que Garamendi insista en que para contribuir al enorme esfuerzo – y cito textualmente – “que están llevando a cabo cientos de miles de pymes y de empresarios autónomos es preciso que se canalicen más recursos financieros, provenientes de distintas fuentes de financiación para este tipo de compañías”. O sea, añado yo, que se “abra el grifo crediticio” de una vez.
Por tanto, ¿qué esperan las pymes de 2015? O si se prefiere, ¿qué deberían esperar?, Honestamente creo que se debería impulsar de manera definitiva su capacidad de financiación para mejorar en sus procesos de innovación, para invertir en I+D, para ayudarles a abordar con garantías de éxito estrategias de comercio electrónico, de internacionalización o cualquier otra vía que les permita abrirse a nuevos mercados. Creo que de este nuevo año en curso, las pymes deberían esperar más ayudas por parte de la Administración, también en materia impositiva, pero sobre todo, lo que espero que reciban las pymes este año es una respuesta positiva por parte del mercado, que al fin y al cabo, es quien marca el ritmo y quien tiene la clave para que en 2016 hablemos de optimismo consolidado o de espejismo desolador.