Día europeo de las pymes

Mañana se celebra el día europeo de las pymes. No sé si estas celebraciones sirven o no para algo, pero al menos, a mí se supone una magnífica excusa para poner sobre la mesa algunas de las principales reivindicaciones de este tipo de organizaciones, entre las que despuntan, la necesidad de reducir la burocracia y mejorar las condiciones de acceso a fuentes de financiación.

Son dos reivindicaciones históricas, pero que cada cierto tiempo, conviene recordar.

Respecto a la reducción de los trámites administrativos hay que decir, que España es uno de los países europeos en los que existe mayor complicación para crear empresas nuevas, para que estas puedan mantenerse e, incluso, para que puedan intercambiar bienes y servicios en el resto de Europa. No lo digo yo, desde luego. Son afirmaciones de la Presidenta de la Comisión de Emprendimiento y Pyme de la Patronal Europea “Business Europe”, Marta Martí, que de esto sabe mucho.

Y, por si las complicaciones administrativas y burocráticas fueran poco, hay que sumar otro lastre más, al funcionamiento y la operativa de las pymes. Hablo de sus posibilidades para acceder a la financiación. Está claro que de 2008 a 2014 las fuentes de financiación para este tipo de empresas se secaron y lo digo, en el sentido más amplio y literal de la palabra. Siempre ha resultado complicadísimo justificar un proyecto para estas empresas, más aún, en tiempos de crisis. Pero, las pymes, siempre han hecho gala de su capacidad para reinventarse y han buscado hasta debajo de las piedras.

En esa búsqueda, han sabido optimizar las funcionalidades de sus aplicativos de gestión -muchos de ellos con serias necesidades de actualización a estas alturas, dicho sea de paso- y utilizar las herramientas necesarias para mejorar su financiación, bien a través de sus propios recursos, o bien, con la “ayuda” de sus proveedores.

Así que, sí, hoy quería dedicar el post a las pymes, y, como me siento bastante reivindicativa además, me sumo a su petición y, añado de paso, que rebajar las cargas impositivas, sería también de agradecer, porque hablamos mucho de innovación y de internacionalización, pero poco, de lo que eso, en términos monetarios, les cuesta a las pymes. Por lo tanto, cualquier contribución, más allá de subvenciones o ayudas puntuales, sería acogida de muy buen grado entre la colonia de pymes que pueblan el ecosistema de empresas en España. Y, esto que reconozco que me ha quedado tan rimbombante, debería ser uno de los principales argumentos para impulsar la modernización -digo, digitalización– de las pymes, también desde las instituciones.

 

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